lunes, 7 de junio de 2010

TALLERES AvecinArte - en el año del Bicentenario - 2010

“Un aporte a la reflexión en el año del Bicentenario, construcción de un pensamiento crítico, desde una mirada desde el hoy, la participación social, la inclusión de los pueblos originarios y la recuperación de nuestra América profunda".
Esta propuesta de Talleres AVECINARTE, en el living del 25, consiste en un ciclo de charlas abiertas y debates informales, compartiendo los saberes de los vecinos, organizaciones e instituciones, los sábados por la tarde, de 16 a 19 hs. Un espacio de reflexión e intercambio comunitario, invitando a especialistas de distintas disciplinas: historia, antropología, sociología, comunicación social, etc. articulando cada temática a desarrollar con otras actividades del arte y la cultura. En este 1º taller, 24 de abril contamos con la participación de Osvaldo Bayer.El sàbado 8 de mayo, proyectaremos la pelìcula "La Patagonia Rebelde", con una charla-debate y la participaciòn de Rodolfo Hermida, propuesta del Ciclo "Cine e Historia" del Espacio INCAA y el 22 de mayo nos visita el historiador Norberto Galasso.

Incluimos un resumen sobre la Conferencia Profesor Honorario de la UBA Norberto Galasso

"¿Cuándo nació la patria: 1810 o 1816? Una visión latinoamericana del bicentenario”
Resumen
La interpretación tradicional de los sucesos de Mayo de 1810 resulta hoy insuficiente, dada la documentación conocida y por otra pare, no ayuda a la conformación de la identidad nacional-latinoamericana de la Argentina, hacia la cual se avanza en estos días. Hoy coinciden algunos investigadores ajenos a la Universidad con algunos docentes de la misma en que resulta inconsistente sostener que ese día “nació la Patria”, “separándose de España”, “en aras del comercio libre” y por la “acción de los vecinos propietarios iniciada en el Cabildo Abierto del 22 de mayo”. Sabemos que la Primera Junta juró obediencia al rey Fernando VII, que en ella había dos españoles y que la bandera española flameó en el fuerte hasta 1813 o 1814, que el comercio libre lo sancionó el virrey Cisneros antes de mayo de 1810 y que las actas del Cabildo Abierto revelan que la gente propietaria (Martines de Hoz, Quintana, el grupo de Alzaga, etc.) votaron por la continuidad del virrey y no por la revolución. Entendemos también que la llamada “máscara de Fernando VII” resulta una fábula inconsistente pues los dirigentes de una revolución no pueden jurar en contra de aquellas banderas por las cuales el pueblo los elevó al poder, es decir, que no hubo inicialmente un propósito independentista y menos aún, antihispánico. También sabemos que en Chile, Nueva Granada, México se juró lealtad a Fernando VII, por suponerlo “progresista” y no se agitó ninguna bandera separatista, y que asimismo la Revolución española nacida el 2/5/1809 formó Juntas que juraron por Fernando VII. Todo indica que la otra interpretación de la Revolución de Mayo –contraria a la de Mitre- sustentada por Juan B. Alberdi, es la más correcta: “La revolución de Mayo es un momento o un detalle de la revolución española (contra el invasor francés pero, al mismo tiempo, formando Juntas democráticas y levantando reivindicaciones populares) y esa revolución española es un momento de la revolución francesa del 89”. Es decir, todos estos movimientos no son ni separatistas ni antihispánicos ni probritánicos sino Democráticos. Se produjeron a favor de lo que San Martín llamaba “el evangelio de los derechos del hombre” (En nuestro caso, las medidas sancionadas por la Asamblea del año XIII –que no declara separación alguna- resumen del ideario democrático de los revolucionarios). Esta interpretación explica que haya españoles en el Segundo Triunvirato (Álvarez Jonte), que un español componga la música del himno (Blas Parera) o que San Martín, después de 30 años de servir como militar a España, haya regresado al Río de la Plata no a sumarse a una revolución española –el estaba notoriamente influido por la cultura española después de 27 años de residir allí- sino a proseguir la lucha por el gobierno y la revolución democrática, es decir, el fin del absolutismo (Inquisición, escudos nobiliarios, títulos de nobleza, tributos, esclavitud, etc.).

Alberdi permite explicar, entonces, por qué la independencia se declara 6 años después cuando se produce  la contrarrevolución en toda Europa y cuando Fernando VII traiciona sus promesas (1814) y reimplanta el absolutismo, anula la constitución democrática de las Cortes de Cádiz de 1812 y recién entonces envía flotas para reprimir a los revolucionarios de América. Esto no lo había hecho la Junta Central de Sevilla que, al levantarse contra Napoleón, al mismo tiempo había iniciado la revolución democrática en España y había declarado que en América ya no había colonias sino que eran provincias e inclusive, que las Juntas españolas sugirieran a los americanos concluir con los virreyes y hacer “Juntas como en España” (22/1/1809 y 28/2/1810), respectivamente.

La naturaleza democrática, popular –con el cartero French, el empleado estatal Beruti y el tipógrafo Donado activando en la plaza-, como así también hispanoamericana del movimiento (con Dorrego revolucionario en Chile en 1810 y luego, la campaña de San Martín) fue negada por quienes querían una Argentina para las elites, librecambista, antihispánica e implícitamente proinglesa. Hoy, que se revierte ese proceso, el protagonismo popular y la reunificación de América Latina están en el tapete de la historia. Por esta razón es preciso reconocer que Alberdi tuvo razón –al oponerse a la interpretación de Mitre- y ahondar en el programa de Mayo. Asimismo, se reactualiza, entre los objetivos del 25 de mayo, el Plan de Operaciones de Moreno, ahora ya incuestionado desde la aparición del libro La epifanía de la libertad, de Enrique Ruiz Guiñazú, planteo fundamental, vigente todavía en muchos aspectos para esta América Latina que busca el camino de la libertad, la unificación y las transformaciones económico-sociales profundas.
Norberto Galasso
  
Norberto Galasso, historiador y ensayista comprometido con el pensamiento nacional, es un continuador de los aportes de intelectuales como Juan José Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos, Jorge Eneas Spilimbergo y Rodolfo Puiggrós. Es, asimismo, autor de una profusa obra entre la que se destacan los tres tomos de Los malditos –donde repasa la vida y obra de hombres y mujeres “olvidados” por la historia oficial–, los libros dedicados a las figuras de Arturo Jaurtche, Raúl Scalabrini Ortiz o Manuel Ugarte, títulos como Discépolo y su época, Mariano Moreno y la Revolución Nacional, La Izquierda Nacional y el FIP y, más recientemente, la biografía del General San Martín Seamos libres y lo demás no importa nada, o los dos tomos de la obra Perón.

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